Los sótanos no son aulas
Arranca un nuevo curso en la URJC y algunos estudiantes de primero y otros cursos del campus de Vicálvaro se encuentran con la sorpresa de que este año no van asistir a una clase universitaria, sino a un sótano transformado en aula.
A primera vista, esto nos podría hacer pensar que la universidad tiene repletas todas sus aulas y no tiene lugar para más alumnos y alumnas. Pero lo cierto, es que durante el desarrollo de esas clases en el subsuelo de la universidad cualquier alumno puede comprobar con un simple paseo como hay muchas aulas vacías.
Sin embargo la universidad destina a sus estudiantes a dar sus clases en sótanos con dos radiadores, cuatro ventanas minúsculas, ruido de cañerías, olor a pintura, humedad, eco y un calor insoportable. Por si fuera poco, estos sótanos se sitúan al lado de las obras que está llevando a cabo la universidad desde el inicio de curso y el ruido de la maquinaria dificulta mucho poder escuchar algo más. Todas estas pésimas características hacen que sea imposible dar clase y que los alumnos y alumnas no estén recibiendo una educación universitaria de calidad.
Los estudiantes condenados a estos sótanos realizaron una serie de quejas y, tras no recibir respuesta, optaron por no dar ni una clase más en estas “aulas”. Se presentaron en decanato exigiendo una nueva reorganización de las aulas o el reajuste de horarios de modo que todos los alumnos puedan estudiar en unas condiciones decentes, sin aceptar un no por respuesta. Al final la lucha de los estudiantes ha dado su fruto y ahora pueden dar clases en aulas más acordes a las tasas económicas que están pagando y, desde luego, más acordes a una educación aceptable.
Desde la AUMH queremos aplaudir la lucha de estos estudiantes, a la vez que denunciar ante la comunidad universitaria que es intolerable someter a los alumnos y alumnas a estas lamentables condiciones.
Arranca un nuevo curso en la URJC y algunos estudiantes de primero y otros cursos del campus de Vicálvaro se encuentran con la sorpresa de que este año no van asistir a una clase universitaria, sino a un sótano transformado en aula.
A primera vista, esto nos podría hacer pensar que la universidad tiene repletas todas sus aulas y no tiene lugar para más alumnos y alumnas. Pero lo cierto, es que durante el desarrollo de esas clases en el subsuelo de la universidad cualquier alumno puede comprobar con un simple paseo como hay muchas aulas vacías.
Sin embargo la universidad destina a sus estudiantes a dar sus clases en sótanos con dos radiadores, cuatro ventanas minúsculas, ruido de cañerías, olor a pintura, humedad, eco y un calor insoportable. Por si fuera poco, estos sótanos se sitúan al lado de las obras que está llevando a cabo la universidad desde el inicio de curso y el ruido de la maquinaria dificulta mucho poder escuchar algo más. Todas estas pésimas características hacen que sea imposible dar clase y que los alumnos y alumnas no estén recibiendo una educación universitaria de calidad.
Los estudiantes condenados a estos sótanos realizaron una serie de quejas y, tras no recibir respuesta, optaron por no dar ni una clase más en estas “aulas”. Se presentaron en decanato exigiendo una nueva reorganización de las aulas o el reajuste de horarios de modo que todos los alumnos puedan estudiar en unas condiciones decentes, sin aceptar un no por respuesta. Al final la lucha de los estudiantes ha dado su fruto y ahora pueden dar clases en aulas más acordes a las tasas económicas que están pagando y, desde luego, más acordes a una educación aceptable.
Desde la AUMH queremos aplaudir la lucha de estos estudiantes, a la vez que denunciar ante la comunidad universitaria que es intolerable someter a los alumnos y alumnas a estas lamentables condiciones.
¡POR UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD!
¡JUNTXS SOMOS GRANDES, ORGANIZADXS IMPARABLES!
¡JUNTXS SOMOS GRANDES, ORGANIZADXS IMPARABLES!